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Historia de un gaucho mamau
Yano el 18-04-2009, 01:31 (UTC) | | Era una noche tan oscura que el sol rajaba la tierra. Había que ver como los gatos nadaban y los elefantes se balanceaban de rama en rama. Allá lejos, al lado mío, vi un angelito desnudo con la mano en el bolsillo. Un ciego leía lo que un sordo escuchaba: un diario sin hojas. Yo caminaba con mi amigo Pedro Urdemales cuando de pronto vi por el espejito del retrovisor que un barco se acercaba a toda marcha. Arriba iba el Mono Bonifacio vestido de marinerito; se me acercó y dijo: “¿Quién ese loco que va nel barco?”. “É Pedro Urdemales” (le contesté).
Allá abajo, arriba mío, cruzó una mariposa que me asustó con su aullido. Del cagaso me saqué la chinela y le pegué. En eso llegó el Mono Bonifacio en su moto y me invitó a dar una vuelta. Cuando me estaba subiendo me caí porque enganché la espuela en el ancla. Fuimos a visitara nuestro amigo Pedro Urdemales que hacía meses que no lo veía. El pobre Pedro estaba rengo de un golpe en el brazo, por eso no me vio cuando llegué.
Salimos a caminar; eran como las 2 del mediodía. La noche era tan oscura que no me veía ni las manos. Casi me pisa una hormiga! Y mirá si me muero ahí en el medio del océano… Solo como un perro porque no iba nadie conmigo. Paré enfrente de mi casa. Entré y dejé la bicicleta en el portón.
Allá lejos, al lado mío, cruzó el angelito desnudo con la mano en el bolsillo... | | |
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El pase del Dengue Morales
Anastasio Gómez el 18-04-2009, 01:29 (UTC) | | Encontrándome en uso de mis funciones de peluquero, dentro de mi establecimiento jurídico, entró en comitiva la dirigencia dirigente del “Social, Deportivo y de Pesca, la Chiquisuela Fubol Clú”. Los susodichos venían con la intención de que les cumpliera la función de certificar un futuro contrato de pase de un jugador; un negro domador del pago llamado Dengue Morales, que era rejuntado con la Tomasa. Se conocieron una tarde en la que el negro andaba juntando huevos de tero y la Tomasa estaba en el arroyo lavando ropa, y ahí fue cuando la china quedó preñada y desde esa vez al Dengue le dicen “dengue” (por el Aedes Aegypti): porque pone los huevos en el agua.
Habían sido realizadas las ofertas pertinentes al futuro jugador, para que realizara actividades por un monto de 6 lechones y 2 bolsas de papas, propiedad del petiso Tomasito. Por lo que se estaban realizando los festejos correspondientes en el boliche, cuando de pronto, el negrazo hizo su entrada al mismo, anunciando a viva voz que no podía aceptar el trato, ya que no estaba conforme con lo acordado, diciendo:
_ ¡Ni lechones ni papas! Yo quiero un sulky 4x4!
_ Ni 4x4, ni 2 por 3, y ni siquiera de vez en cuando! Gaucho languiento!
Le gritó el Tomasito y se sentó en un taburete. La madre del Dengue pegó un grito que resonó en los cielos y tan certero que los teros cambiaron de nido (no por el grito, sino porque estaban de mudanza nomás). Tan fuerte fue el alarido que le pregunté:
_ ¿Se emocionó, Doña Coca?
_ No, –me respondió- es que este petiso bruto me puso el taburete arriba de un callo…
Al final el Dengue terminó jugando para otro cuadro. Entre el fubol y la situación financiera cualquiera llora. | | |
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El flaquito Tenedor
Arbiza el 18-04-2009, 01:18 (UTC) | | Era flaquito el muchacho. Flaquito, chiquito, y con los pelos parados por lo que si uno lo miraba de apuro podía pasar por un tenedor (de ahí el apodo). Le encantaba vestirse de negro, decía que le gustaba la moda “dark”, pero en realidad era porque le gustaba andar sucio y el negro le tapaba la mugre. Era flaquito, chiquito, y andaba de negro y parecía un pastito, ni sombra hacía su cuerpo. Si se vistiera de rojo y se recostara en alguien lo confundirían con un raspón.
Sucedió que el muchacho se enamoró, verseó de lo lindo y al final convenció a la muchacha para ira un lugar apartado, con poca luz. Y ahí nomás empezaron las tareas amorosas; beso va, mano viene y terminaron haciendo aquello... Pero algo pasó: él desapareció. Cuentan que de tan flaquito se perdió en el suspiro del orgasmo. Y lo aseguran. Ella no lo vio irse. En el pueblo nunca más lo vio nadie. Dicen que ella lo terminó de gastar como gasta un sacapuntas a un lápiz. Ella se casó con el gordo Toñasi. Del flaquito Tenedor no se supo más nada. La policía investiga… | | |
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